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El futuro de la ciberseguridad


En mayo de 2016 se desarrolló uno de los ciberataques más graves de los últimos diez años en Estados Unidos. El ataque dejó a millones de personas sin poder entrar en las webs más populares del mundo. Twitter, Spotify, Amazon, Paypal, Reddit e incluso afectó a grandes medios de comunicación como The New York Times, Financial Times o la CNN.


Un año después, concretamente el 12 mayo, aparece Wannacry, variación del ransomware que afectó a más de 200.000 ordenadores en 150 países, según la Oficina Europea de Policía (Europol). El atentado cibernético bloqueó el acceso a los sistemas informáticos de instituciones estatales y empresas de alrededor del mundo.


Marcos Gómez, subdirector de Servicios de Ciberseguridad del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), explica que para evitar ataques cibernéticos “se debe tener el equipo protegido, al menos con un antimalware, con una buena actualización de los parches que recomiende el fabricante, además, de estar informado y de usar el sentido común”.


Por su parte, según cuenta Helena Rifá, directora del Máster de Ciberseguridad de las TIC de la Universitat Oberta de Catalunya, “con las herramientas básicas podemos conseguir una buena protección.”


Silvia Andrada, técnico de Selección de A3Data, cuenta que el perfil más complicado de encontrar es el de “analista de Ciberseguridad y Hacking ético”. Mientras que la experiencia reclamada a sus candidatos es de tres años.


España es el tercer país que más ciberataques sufre, por detrás de Estados Unidos y Reino Unido. El proyecto de los Presupuestos Generales del Estado 2017 indica que el Gobierno pretende dedicar 24,3 millones de euros al INCIBE y 161 millones de euros al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para reforzar la ciberseguridad, según afirmó el pasado mes de mayo en el Pleno del Congreso la vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, Soraya Sáenz de Santamaría.


El Subdirector de INCIBE, afirma que “durante 2016 el Instituto Nacional de Ciberseguridad resolvió más de 115.000 incidentes y en lo que llevamos de 2017, hasta 31 de mayo, hemos resuelto más de 58.000”.


“El número de ataques incrementará. Cada vez tenemos más dispositivos y activos en la red, y cada vez se producen más ataques y en más dispositivos”, asegura Helena Rifá.


En el informe de Ciberamenazas 2015/Tendencias 2016, elaborado por el Centro Criptológico Nacional (CCN), recogen una lista de los principales ciberenemigos a los que se enfrenta España. Estos serían los Estados citados, ciberdelincuentes, hacktivistas, grupos yihadistas, terroristas, cibervándalos, actores internos, ciberinvestigadores y organizaciones privadas.


“En 2025 las industrias necesitarán unos 825.000 profesionales de seguridad informática”, declaraba María del Mar López, secretaria del Consejo Nacional de Ciberseguridad durante la apertura del Programa de innovación en ciberseguridad de la Escuela de Negocios de Deusto en noviembre de 2016.


David Gómez, Cibersecurity Manager de GoNet, sostiene que “para dentro de dos años a nivel global existan seis millones de puestos de trabajo relacionados con la ciberseguridad”.


Con el incremento de los ciberataques comienza a hacerse distinción entre hackers éticos y crackers. El primero entendido como aquella persona capaz de introducirse en sistemas informáticos ajenos mientras que el segundo alude a aquel otro que lo hace con fines ilícitos, según recoge Fundéu BBVA.


Es recomendable no esperar a que se reciba un ataque. La información significa poder, por ello se debe dedicar un alto grado de protección. De esta forma, para construir grandes profesionales en este ámbito existen másteres dedicados exclusivamente a la ciberseguridad. Estudios como los que ofrece la universidad de Nebrija, Carlos III o la Europea, entre otras. Aunque el subdirector de INCIBE asegura que “los ingenieros en informática o telecomunicaciones, por ejemplo, pueden sobre la base de su formación desarrollar nuevas habilidades y capacidades con la formación de instituciones especializadas. Necesitamos más profesionales”.


En pleno siglo XXI, el poder está al alcance cualquiera mediante un simple click. “Debemos ser capaces de concienciar mejor a la gente sobre los riesgos de la red y las buenas prácticas de uso”, afirma Helena Rifà.


Los conflictos futuros ya no necesitarán de un terreno físico para su desarrollo, si no que tomarán el espacio de la Red. Posibilidad de anonimato, mayor poder de destrucción y bajo coste. Estas serán las nuevas guerras.


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